Yo protesto contra un hombre que tuvo todo en las manos, inclusive el precio más alto del petróleo, para hacer un verdadero cambio y deja a su paso un país endeudado a futuro y sumido en la corrupción, caos, falta de institucionalidad, odio entre ecuatorianos, entre otros.
Yo protesto por la creación de una ley mordaza creada para acallar a los que pensamos diferente (Roberto Aguilar, Bonil, Zurita y Calderón, Emilio Palacio, Crudo Ecuador y muchos no tan populares) y que jamás será usada en contra del oficialismo, pese a las fotos falseadas publicadas por personajes oficialistas; yo protesto contra la cantidad de juicios ganados por el mandatario durante este régimen.
Yo protesto contra un gobierno que cree que las obras realizadas las ha financiado su presidente y protesto contra toda la propaganda que ha promovido tal idea, las obras no deben llevar inmensas vallas con el lema de un partido.
La construcción de carreteras y hospitales son parte del rol que debe cumplir, no son un regalo, peor una dádiva.
Yo protesto contra la apropiación de todos los poderes del estado y la creación de un poder «ciudadano» en el que constan los integrantes de su partido.
Yo protesto por el sobreprecio, la falta de planificación y de lógica en la construcción de obras magnas, financiadas con el dinero de nosotros, los ecuatorianos.
Yo protesto por los desmedidos sueldos de catedráticos de Yachay y la falta de impulso a las universidades estatales.
Yo protesto contra la falta de apoyo a la producción nacional y las trabas impuestas a cualquier emprendedor.
Y finalmente protesto por la separación, ese odio que se ha enraizado en los ecuatorianos y nos aleja del razonamiento argumentado, ese odio que se encaminó entre insultos a todo el que pidió algún tipo de auditoría entre tanta corrupción.
En todo mi derecho, como ciudadana, yo protesto.