Vienen de todas partes, con orgullo en la mirada y los zapatos deshechos de tanto andar. El misterioso murmullo de la selva y el imponente viento del páramo los acompañan en su caminar, pues saben que luchan por su chacra y por sus hijos. Estos guerreros avanzaron por días con una consigna muy clara, levantar a sus hermanos para lograr que su voz sea escuchada. Su valentía, fuerza y tenacidad merecen nuestra admiración.
Los indígenas se instalaron a la intemperie, en el parque el Arbolito; algunos están heridos y otros, preocupados por su tierra abandonada y las recientes erupciones. Sin embargo están aquí para defender una tierra que es de todos y que muchos otros, por temor, incomodad o miedo, no nos atrevemos a proteger. Están con sus mujeres y sus hijos, también vinieron ancianos. Busquemos la manera de apoyarlos, seamos solidarios. El mejor futuro es para todos y sólo se podrá dar en una verdadera democracia. Cualquier ayuda como víveres (a partir del lunes), ropa, zapatos, cobijas y hasta juguetes para los pequeños, los recibirán en el Arbolito.