A veces no sé si vivimos en dimensiones alternas, hay muchas cosas que me preocupan e indignan. Sin embargo la gente que me rodea sigue su vida y sale, se va de compras (por supuesto se lleva la tercera parte de lo que le habría alcanzado con el mismo dinero cinco años atrás o se va a Ipiales), planea y espera que otros salgamos a las calles para ver si la situación mejora. Yo no puedo; hay algo en mí, en mi esencia, que no me permite cruzarme de brazos y quedarme conforme con tanta mentira, con tanto miedo y odio o simplemente con la indolencia. Jamás he pertenecido a un partido político pero he estado pendiente de lo que sucede en mi país. Veo cómo vertiginosamente nos vamos adentrando en terrenos peligrosos, veo un estado despilfarrador, endeudado e intolerante y veo la mentira publicada como colosal verdad desde el único emisor «moralmente» autorizado. Ayer vi una cadena que lejos de informar, lanzó lodo con ventilador sobre la honra de cualquiera que se opusiera, un ejemplo de ello es Manuela Picq. Por eso tengo la necesidad de salir y decir que no estoy conforme, que quiero algo más para mí y mis hijos. Espero que los que piensan como yo hagan lo mismo, que dejen la comodidad y se unan a la marcha del 16S. No sea que en diciembre se aprueben esas enmiendas y nos arrepintamos de quedarnos para siempre en este limbo de inseguridad, impunidad, corrupción, improductividad, silencio y filas eternas para comprar un litro de leche.
Una indignada