El feminismo siempre se adjudica la incorporación de las mujeres a los ámbitos educativos. Siempre dicen «por aquellas mujeres que lucharon por los derechos que hoy disfruto».
Les cuento que en Ecuador el primer colegio para niñas se funda en 1835 bajo la presidencia de Vicente Rocafuerte. Fue el Colegio Santa María del Socorro que funcionaba en lo que fue posteriormente el Colegio Simón Bolívar. La enseñanza era de tipo Lancasteriano y aquí se enseñaban materias como: doctrina cristiana, caligrafía y ortografía, costura y bordado, música y dibujo, aritmética, geometría, geografía, gramática castellana, lengua francesa, historia, urbanidad y economía doméstica.
Durante el periodo Garciano el presidente impulsó el ingreso de las niñas al sistema escolar al establecer la obligatoriedad de la enseñanza primaria para niños y niñas, para lo cual trajo a Quito a la Orden del Buen Pastor y las Hermanas de la Providencia que se harían cargo de la enseñanza de niñas y adolescentes.
Hasta aquí la enseñanza de mujeres no superaba la instrucción primaria. Es a partir del liberalismo que la mujer empieza a integrarse a la educación secular secundaria y más adelante a la superior. Eloy Alfaro crea en Quito, en 1901 el Colegio Normal Manuela Cañizares, empezando así la profesionalización de la docencia; y, posteriormente inaugura el Colegio Mejía, abriendo sus puertas también a mujeres. Una vez consolidado el liberalismo, las mujeres graduadas de estos colegios empiezan a unirse a la vida universitaria y allí empieza la verdadera incorporación de la mujer al ámbito social y profesional fuera de la esfera doméstica.
Entonces, querida amiga feminista ¿Qué mismo es que le debemos al feminismo?
Por: Mirian Zurita