16 de agosto, 2015​
Tomando de El Universo
Era de que nos expliquen con tiempo, clarito: no salgan a las calles, no protesten, no griten, no marchen. Si creen que la justicia está tomada, aguanten. Si piensan que el excelentísimo señor presidente de la República es un prepotente e insultón que encima quiere ser reelegido indefinidamente, no lo digan. Si se dan cuenta de que los asambleístos (y las asambleístas) solo sirven para alzar la mano, tápense los ojos. Si creen que hay corrupción, tápense la boca. Si se han dado cuenta de que no hay ninguna autoridad que controle y fiscalice, recen para que aparezca unita. Si les asusta tanto gasto, tantas sabatinas, tanto despilfarro y tanta burocracia, no comenten. Si no saben para qué el excelentísimo señor presidente de la República tiene dos aviones, no despeguen los labios. Si huelen el mal aroma de El Aromo, tápense la nariz para no oler los mil doscientos millones de dólares que están allí enterrados, pero no griten.
O sea en el Yasuní mejor ni pensar. Ni en la narcovalija. Ni en el comecheques. Ni en el Chucky Seven, ni en nada mismo.
Y pónganse positivos, como nos enseña sor Freddy Ehlers con su doctrina del buen vivir. Mediten, por ejemplo, en el Yachay. ¡Qué modelo de Universidad! ¡Qué conocimiento que florece en sus cuatro mil hectáreas! ¡Qué bueno que haya cuatro rectores que ganan 16 mil dólares cada uno, más viáticos, y que tres de ellos vivan en el extranjero! ¡Qué maravilla que se haya contratado, por un millón setecientos mil dólares, a una consultora para que traiga muchos más genios de a 16 mil!
Total, el único visionario que vislumbró lo que podía ocurrir si la gente salía a las calles y gritaba y protestaba y marchaba fue el excelentísimo señor presidente de la República, que dijo que por culpa de los que protestan se ha ahuyentado la inversión extranjera y por eso la economía está hecha pomada. Elé.
¡Qué malos que son los protestones! ¡Cómo botaron fregando al país que estaba tan próspero, tan boyante, tan lleno de petróleo de a cien dólares, con el turismo hasta las orejas y con el empleo a full de lo floreciente que estaba la agricultura, de la cantidad de industrias y empresas que se creaban! ¡Cómo sería que nos llamábamos el Jaguar de América y pregonábamos que el mundo asistía al milagro ecuatoriano! Fu, si hasta lanzamos dos cohetes al espacio y ya hubiéramos estado en Marte si no era porque nos dio un codazo un cohete ruso que nos mandó a la miércole.
Mas con la explicación del excelentísimo señor presidente de la República ya entendemos todo: por culpa de los gritos y marchas de los protestones, los chinos se asustaron y ya no quieren soltarnos más préstamos y como ya no tenemos más oro que empeñar, recurrimos a Tailandia. Y todo por culpa de los que salen a gritar y dañan las calles de tanto que saltan, las carreteras de tanto que caminan y el aire de tanto que respiran.
Según la revolucionaria visión del excelentísimo señor presidente de la República, lo que más perjudica al país son esos perversos protestones que gritan “Fuera, Correa, fuera”, en lugar de seguir rumiando su felicidad en el paraíso que él ha creado y que, para proyectarse en el futuro, requiere que todos estén callados, sumisos, agradecidos, felices, castrados con las cuchillas del autoritarismo y el terror. (O)