Walter Spurrier Baquerizo
6 de marzo, 2016
Alrededor de 1950 el enorme crecimiento y prosperidad de Guayaquil y su zona de influencia dieron lugar al requerimiento de servicios públicos que el Gobierno central no estaba en condiciones de proveer. La ciudad fundó entes especializados para que brinde esos servicios. Lo prioritario era la lucha contra los grandes males que asolaban a la ciudadanía. El mayor desafío era la tuberculosis, y se fundó LEA para combatirla.
Hoy LEA tiene bajo perfil, resultado de su éxito. En el siglo XXI ha disminuido la muerte por tuberculosis y enfermedades tropicales, como el paludismo. Además hay mejores hábitos de vida y menos gente fallece de infarto. La población envejece y con ello aumenta la incidencia de cáncer. Con lo que gana cada vez más vigencia Solca, una de las entidades fundadas alrededor de 1950 por iniciativa del Dr. Juan Tanca Marengo y otros distinguidos galenos.
Solca fue expandiéndose a medida que creció la población aquejada de cáncer; hoy tiene presencia en los más importantes centros urbanos del país. Con la creciente demanda de sus servicios, los donativos recibidos no bastaban para servir a todos los que los requerían. Para asegurar la no interrupción de este imprescindible servicio público se creó un impuesto destinado a financiarlo, para que Solca no dependa de la voluntad de los gobiernos de turno.
A inicios del Gobierno de Correa se derogó ese impuesto, que para entonces generaba $ 19 millones, y en cambio se le asigna a Solca una participación no especificada en otro impuesto. Para 2014, último año disponible, esta asignación alcanzó $ 24 millones.
Pero los ingresos no se desembolsan automáticamente. En 2015 el sector público tuvo ingresos por $ 33.586 millones, pero no fue prioritario asignar menos de la milésima de ese valor para atender a los enfermos de cáncer. A Solca le fueron derivados enfermos de los sistemas de salud público y de seguridad social, como corresponde. Pero tampoco se les pagó por estos servicios, tornando inminente la suspensión de los servicios.
Al no ser atendidos sus requerimientos, el consejo directivo de Solca dirige a la ciudadanía una carta en la que se refiere muy respetuosamente a las autoridades, informándola de su crítica situación financiera y que están a la espera de que el presidente se digne concederles una audiencia.
El presidente replica cuestionando la legitimidad de asignar fondos públicos a una institución privada. La ministra de Salud recrimina públicamente a los directivos de Solca por haber hecho pública la negligencia de las autoridades.
Que la ciudadanía decida qué es más legítimo: asegurar que no se interrumpan los tratamientos de los enfermos de cáncer, propender a que se recuperen personas aquejadas de una enfermedad que es mortal de no ser atendida oportuna y eficazmente, servicio provisto por Solca, ente privado sin fines de lucro, o mantener a la Secretaría Nacional del Buen Vivir, dos aviones presidenciales, agasajar a cantantes populares en Carondelet, entregar $ 250 millones anuales para construcciones y $13 millones para gasto corriente a un capricho llamado Yachay, por ser instituciones de derecho público.
Es el momento de la solidaridad, no de la soberbia. El Gobierno al servicio del pueblo, y no a la inversa. (O)
Tomado de El Universo