Corina Dávalos (PhD Filosofía. Coach de Liderazgo y Discurso Público)
@acdavalost
El silencio electoral previo a las elecciones en Ecuador, empezará el 5 de febrero de 2021. Aunque, si vemos cómo se cuenta la historia de estas elecciones, podríamos decir que el silencio empezó mucho antes. Me refiero al silencio institucional del TCE y el CNE. Se supone que ambos velan por que las inscripciones de candidatos, las campañas y las elecciones vayan como una seda, procurando que ningún aspirante manche la democracia saltándose las leyes a la torera.
No ha sido así, desde el inicio y hasta ahora. Las inscripciones inválidas recibieron el beneplácito del CNE, a lo que el TCE replicó con un tirón de orejas a los primeros, señalando por dónde estaba haciendo agua su interpretación del Código de la Democracia. Chapotearon un poco tirándose la pelota unos a otros y, al final, en la primera etapa de las elecciones, ya la ley flotaba en un mar de opiniones, como un triste papel mojado.
La fiscalización de las campañas para las elecciones en Ecuador 2021, también ha sido negligente, por decir lo menos. Sólo Luis Verdesoto a salido de la trinchera en pleno fuego cruzado entre el TCE, el CNE, los medios y los contendientes para denunciar las irregularidades cometidas por la candidatura de Aráuz. Las dádivas son prácticas ilegales que se sancionan con destitución, suspensión de derechos políticos o multa. El 29 de enero, Verdesoto denunció ante el TCE las dádivas que la candidatura de Aráuz estaba repartiendo: pruebas Covid gratuitas –sin registro sanitario– y dinero. Y lo ha hecho a ojos vista, con publicidad para atraer al cliente, digo, al votante. Flagrancia pura y dura.
A siete días de las elecciones, muchos esperamos –sentados– que el TCE se pronuncie. ¿Lo hará? ¿Lo hará aplicando la ley con el rigor que corresponde? No sabemos, pero nos lo imaginamos. Silencio institucional, no vaya a ser que se arme la pelotera y los tachen de perseguidores por hacer valer las leyes. El tiempo oportuno para aplicar la sanción que corresponda es ahora, antes del domingo 7 de febrero. Más evidencia no se puede pedir. Parece que tampoco se puede pedir que el TCE haga su trabajo bien y cuando toca, como ha hecho Verdesoto. Tic, tac –TCE–, tic, tac.
También me preocupa el silencio de la Sociedad Civil ante estos hechos. Que los políticos hagan lo que les venga en gana, perjudicando a la sociedad y a la democracia, ya no sorprende, ya no indigna, ya no motiva a la gente a exigir y reclamar lo que los aspirantes al gobierno y las instituciones nos deben. Y vamos por la vida acumulando silencios cómplices: institucional, civil, moral. Los tres días de silencio electoral que vienen, podrían ser más bien tres días de silencio por luto. Sí luto, porque a este paso, el próximo domingo lo que elegiremos, si callamos, es enterrar a la democracia. Y si eso sucede, lo puedo asegurar, nadie descansará en paz.