“Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.” En pleno siglo XVII, don Miguel de Cervantes Saavedra puso esta frase en los labios del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, frase con la cual iniciaba su lucha contra varios molinos de viento que en aquel entonces poblaban los campos de La Mancha, molinos convertidos por su mente delirante en enemigos mortales, en gigantes a vencer. Al ser increpado por su leal sirviente Sancho Panza, con un rayo de sensatez don Quijote le contesta “… ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.” A pesar de su locura, un rayo de sensatez le permitía reconocer que iniciaba una desigual batalla.
El régimen ecuatoriano, al igual que aquel hombre de una época lejana, ha decidido luchar contra sus propios molinos de viento, adversarios creados por su imaginación, que se fortalecen cada vez que los ataca. Son las redes sociales las que le presentan una desigual batalla, de la cual difícilmente saldrá victorioso.
En esto días hemos sido testigos como, a la sombra de una docena de agrupaciones ciudadanas organizadas por medios electrónicos, las redes sociales se han trasladado a las calles. Unas pocas personas llevaron a cabo varias clausuras simbólicas de entidades de gobierno que muchos consideran de dudosa utilidad y que son una burla en época de necesaria austeridad. Estas agrupaciones ciudadanas, actuando con un mínimo de recursos, mediante este tipo de actos permiten que se escuche la voz de una parte de la sociedad, exponen y seguirán exponiendo fácilmente las debilidades y mitos del régimen y debilitarán aún más su imagen, la cual sabemos que es uno de sus mayores tesoros. Son actos pacíficos, no violentos y para colmo divertidos, contra los cuales el régimen queda indefenso. Acostumbrado al uso de la propaganda y sin un buen sentido del humor, no cuenta con un antídoto para neutralizar estos actos que reducen a una penosa caricatura su tan cultivada imagen. Al ser actos a los cuales el régimen no puede vencer, se convierten en sus propios molinos de viento.
Queda demostrado que unas pocas personas, con mucho ingenio y motivación, sin violar la ley, pueden lograr que sus actos tengan el mismo efecto en la sociedad que las marchas multitudinarias. ¿Cómo? Generando imágenes que se graban en nuestra memoria y, sobre todo, en la memoria del régimen, imágenes que valen más que mil (o millones) de palabras.
En aquella comarca de La Mancha del lejano siglo XVII, al igual que sucede en nuestro querido Ecuador, el que luchaba contra los molinos de viento definitivamente no estaba en sus cabales. Solamente que, para nuestra mala fortuna, el personaje del Siglo XXI no es un personaje ficticio.
Arturo Lecaro R.
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