Por Boris Mantilla
El milagro ecuatoriano, entre algunos factores fue por la renegociación de las ganancias por la explotación del petróleo,anunciaba el gobierno en el 2011: «Ecuador logró renegociar 15 de sus 24 contratos petroleros con multinacionales, tras finalizar las tratativas sobre los llamados campos menores, lo que le garantiza una renta del 80% en promedio e inversiones por 1.385 millones de dólares en el sector», su corto alcance de visión solo les llevaba a pensar que el petróleo siempre costaría más y más y que nunca volvería a caer.
La negociación planteada comprometía una taifa fija de $32.12 en promedio y un margen de utilidad. Este contrato es una especie de seguro de riesgos a prueba de toda caída del precio del petróleo pero para las empresas petroleras, entre las cuales figuraban Petrobell -subsidiaria del Grupo Synergy de Brasil-, las españolas Petrosud-Petroriva y Repsol YPF (con participación argentina), y Tecpecuador, subsidiaria de la argentina Tecpetrol. El acuerdo tenía un compromiso de inversión de parte de las petroleras para garantizar la constante explotación del crudo y de su expansión. Luego de este evento se celebraron otros contratos adicionales, incluso con panoramas menos favorables.
Lamentablemente el Ecuador no puede dejar de producir, es decir que bajo estas condiciones lo ideal sería que se cierren los pozos hasta que el mercado vuelva a mejorar, pero los compromisos contractuales obligan al Ecuador a cubrir las pérdidas causadas por la caída del valor del petróleo, por lo que Ecuador deberá subsidiar a las empresas petroleras que ven al país como una de sus pocas fuentes de capital sin pérdida, dentro de sus tantas golpeadas inversiones en el resto del mundo.
En eso llega un mensaje heroico de «estamos preparados para un petróleo de incluso $20», todos damos un respiro de alivio pero la realidad es que la varita mágica se llama «pago con bonos del estado».
Es irónico ver como las grandes críticas de este gobierno en contra de los gobiernos del pasado se han reeditado ahora, primero el haber favorecido a las multinacionales o a gobiernos extranjeros y la otra el manejo irresponsable del capital del estado dando como resultado el feriado bancario.