Es poco conocido que la Unión Soviética llegó a crecer en su PIB un promedio del 8,9% durante el quinquenio 1946-50. Esta marca no ha podido ser superada hasta el día de hoy ni por China.
Stalin al igual que la nomenklatura de la URSS estaban imbuidos del pensamiento marxista clásico que consideraba al socialismo superior al capitalismo y que era un hecho que el colectivismo superaría al capitalismo, a un plazo relativamente corto.
Está forma de pensar partía del supuesto de la vitalidad del proletariado, su capacidad de trabajo incansable y creatividad superior.
En el ideario comunista el proletario era un trabajador incansable, lleno de virtudes y capaz de emular las producciones más altas.
Cuando los soviéticos llegaron a Cuba tras la fallida operación de Bahía de Cochinos, tuvieron una decepción enorme. Fidel castro y el Che Guevara habían destrozado en un período muy corto de tiempo la economía de la isla.
Se encontraron con un par de líderes muy mediáticos, dados a la palabrería, dedicados a las mujeres y el consumo de ron. Con estos tipos no se podía construir la modélica economía soviética.
La solución de los economistas soviéticos fue separar el cargo político y crear un poderoso gabinete de ministros y viceministros que dirijan la economía.
Desde un inicio la URSS sabía que no podía esperar mayor cosa de Cuba, porque la población cubana tenía un comportamiento bastante similar a sus dirigentes. Muy dados a la juerga e incapaces de esfuerzos sostenidos y prolongados.
Esta certeza impulsó al gobierno soviético para realizar la operación Matrioska, que consistía en ubicar misiles nucleares en la isla. Para que podían servir los cubanos en plena guerra fría, sino de carne de cañón.
Con la desaparición de la URSS, Fidel Castro crea el denominado SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, pintoresco concepto político muy alejado del marxismo clásico y el pensamiento proletario soviético. Un socialismo sudamericano, bastante acoplado a la idea de banana republic.
El lema que define al Socialismo del Siglo XXI es el siguiente:
“Trabajar poco,
trabajar todos,
consumir poco,
consumir todos.”
Estas ideas unidas al concepto del “DECRECIMIENTO ECONÓMICO”, resumen la Venezuela de Maduro y la Argentina de los Fernández.
En la parte que nos toca a los ecuatorianos, tenemos al señor Andrés Arauz, que ofrece bonos, internet y sueldo gratis. Sin trabajar. Ojalá estuviese vivo Stalin para que lo envíe a un campo de reeducación en siberia para que aprenda las virtudes del trabajo y el sacrificio.
Para terminar expreso mi sorpresa por la falta de reflexión y autocrítica, a todos los teóricos progres que en su juventud defendieron a la Unión Soviética y ahora caminan bajo las banderas del SSXXI.
MAURICIO VELASCO