El innegable ascenso de China en el plano económico y político de las últimas décadas hacía inevitable un enfrentamiento con los EEUU por la hegemonía del planeta. Algunos creían que la animadversión en contra del gigante asiático por parte del expresidente Trump, era un problema más bien personal y no percibían que la actitud del presidente republicano respondía a un cambió de dirección estratégico que se venía discutiendo en las altas esferas del liderazgo norteamericano.
Similar a un jugador de ajedrez, EEUU ha cambiado la posición de sus piezas en el tablero mundial con el afán de prevalecer sobre China en los próximos años. Esto lo podemos visualizar en una serie de movimientos realizados estos meses.
La retirada de Afganistán, el contrato para vender submarinos nucleares a Australia y la declaración que se defenderá a Taiwán en caso de ataque Chino; son parte de una estrategia bien diseñada para negar a China el dominio sobre el Océano Pacífico.
El primero de estos movimientos -la retirada de Afganistán-, ya se lo había planteado Donald Trump que había negociado con los talibanes una retirada. Este acuerdo Biden lo cumplió al pie de la letra y con esta salida dejó a China la responsabilidad sobre esa región del mundo. Afganistán un país con 39 millones de habitantes es deficitario, por lo que requiere ayuda internacional para mantenerse estable. China con esto tiene en sus fronteras a dos estados que subsidiar y son Corea del Norte y Afganistán.
El suministro de submarinos nucleares a Australia es otro dolor de cabeza para China, pues exactamente ese es el talón de Aquiles de las fuerzas de defensa chinas. En este rubro la superioridad de EEUU y sus aliados sería de 4,5 a 1. Es evidente que China deberá gastar ingentes cantidades de dinero para equilibrar la balanza.
En lo que corresponde a Ecuador, la declaración de reserva protegida de una extensa área del Océano Pacífico en conjunto a Colombia, Costa Rica y Panamá, con el respaldo de EEUU es un duro golpe a la flota pesquera china. Este detalle nos ubica como aliados de EEUU en este duelo.
Al mismo tiempo que China se enfrenta a un incierto desenlace en el sector inmobiliario por la crisis de Evergrande, la mayor constructora del mundo, EEUU plantea una gigantesca inversión a largo plazo en crear nuevas tecnologías amigables con el medio ambiente y detener el calentamiento global.
MAURICIO VELASCO