Por circunstancias especiales, en el mes de abril pude conocer de la existencia del cabo Nazareno. Ocurre que hay un mundillo de las microfinanzas en el que participan esencialmente mujeres emprendedoras.
Normalmente se reúnen en grupos y consiguen créditos de los bancos siendo deudores solidarios de un crédito mayor que se reparten a partes iguales entre los partícipes.
El proceso es largo y engorroso, con el adicional que si uno queda en mora, daña al resto del grupo. Cuando ocurre eso vienen conflictos de toda índole, desde la imposibilidad de obtener un nuevo empréstito hasta tratar de recaudar lo que debe el moroso.
Así, al cabo Nazareno se le ocurre formar grupos de 10 personas con un aporte de $100 cada uno. Con los $1000 en la mano se realiza un sorteo y se entrega el total al ganador, de tal manera que con esa suma el beneficiario realizaría su proyecto personal. El problema radicó en que conforme pasaban las semanas los que ya habían recibido los $1.000 dólares no aportaban su parte y perjudicaban a los demás.
Luego en algún golpe de “genialidad” a Nazareno se le ocurrió captar el dinero y pagar el 90% de interés. Como estaba inmerso en el mundillo de los microcréditos tenía a la mano la “clientela”de lo que llegó a ser BIG MONEY en tiempo récord.
Es una pirámide pura y dura. Al principio se ingresaban con $100 y a la semana recibían $190. A la semana siguiente para que ingresar solo $100? mejor $500. Así al principio personas de su barrio y entorno cercano, luego gente de la ciudad y en pocas semanas gente de todo el país. Conozco casos de gente que de la remota Loja llegó hasta Quevedo para convertirse en “inversionistas”.
En pocas semanas la base pasó a ser $300 y los montos globales crecieron de manera geométrica. Mucho tuvo que ver con fortalecer la credibilidad del “negocio”, el hecho que Don Naza era militar. Compañeros de armas incluidos oficiales de alta graduación se unieron presurosos al festín. Luego judiciales, burócratas, comerciantes, policías, abogados, profesores universitarios, profesionales, políticos, etc., se incorporan a la nueva moda.
Personalmente me invitaron varias veces, con el adicional que se enojan cuando uno dice no. Se siente que a uno le ven como si fuese estúpido y ellos unos vivísimos. Fue una fiesta, como ir a los gallos. Todos apuestan al calor de la ambición creciente que suple al licor en su efecto desinhibitorio. La casi totalidad de los jugadores sabían que era una apuesta arriesgada y sabían que la estantería se vendría abajo en poco tiempo. Esa certeza hizo que el frenesí del apostador aumente.
En cuanto a Nazareno es un perfecto imbécil, nunca tuvo un plan para sustentar el 90% de interés. Sin embargo, para los beneficiados parecía un nuevo redentor. Había conseguido lo que ni siquiera nuestro Señor Jesucristo pudo, el milagro de multiplicar los dólares billete. Tan prodigioso era el portento que hasta el más duro de corazón empezó a creer. La fe casi religiosa de sus partidarios asusta al profano.
El último día de operaciones de BIG MONEY la pirámide ya agonizaba, la demencial necesidad de recursos hizo que Don Naza con perifoneo invite a la ciudadanía a invertir, más aún habilitó un sistema de courier para que la gente entregue dinero.
Me parece prudente para finalizar decir que esta operación financiera no era lavado de activos. Esa figura requiere que el dinero en efectivo sea bancarizado. El punto es que todo era en billetes, no hubo ningún lavado y según parece en algún momento muy al inicio de la operación le cerraron a Nazareno las cuentas bancarias.
Algunos dicen que es dinero del narcotráfico, pero esa tesis es insostenible pues los narcos son delincuentes, pero no son estúpidos para regalar sus utilidades.
Ahora viene la resaca, el maldito chuchaqui. Seguramente habrá ajuste de cuentas pues hasta los hampones parece que invirtieron en BIG MONEY. Por no hablar de los quebrados y nuevos pobres que en su derecho al pataleo ojalá no destruyan Quevedo cuando entiendan que la plata se hizo humo.
MAURICIO VELASCO