Comparto este post que escribí luego de leer las extraviadas y cínicas declaraciones de Xavier Lasso, canciller subrogante, en El Comercio de hoy»» Cuando me planteo la discusión entre igualdad y libertad, prefiero la igualdad» es la nueva perla que se ha incubado en las solícitas entrañas del canciller Xavier Lasso.
No hay igualdad cuando un club de amigos cerrado y excluyente se toma por asalto el Estado y se convierte en hechor, decisor, legislador, fiscalizador y juez de sí mismo. 
No hay igualdad cuando una persona y su cohorte de áulicos decide quien puede hablar y hasta que límites se permite su palabra. No hay igualdad cuando se construye una élite más abusiva que le que se simula combatir, en el imaginario febril de estado de propaganda y sus inquisidores.
No hay igualdad en las calles ni en las esquinas en las que los mismos de siempre pagan los platos rotos de su fiesta pantagruélica, farreada con dinero, ese si, de todos. 
Vea a los pobres de la larga noche neoliberal y reconozca en ellos los mismos rostros de su corta pero profunda noche de capitalismo con lifting, modernizado para garantizar a las manos que mecen su cuna, la mayor eficacia en el expolio de los trabajadores y de la naturaleza que los alimenta.  
No hay igualdad cuando le ponen a los ciudadanos y a los medios la mano izquierda en la boca mientras con la derecha lo bolsiquean para pagar con los propios recursos de la víctima las peroratas insufribles con que se engorda el odio, amargo recuerdo que les sobrevivirá por año cuando todo esto haya terminado.  
No hay igualdad, Xavier Lasso. La libertad languidece de asfixia porque usted y muchos otros bienpensantes acomodados hacen piruetas para acomodar las patas brutales del abuso y el desgobierno en delicadas zapatillas de cristal que grotescamente le arrancharon a la historia.

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